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REFUGIADOS

    Es el drama que no cesa. Un drama alimentado por mas de medio centenar de guerras y conflictos en el mundo, generalmente poco conocidos al no disputarse el petróleo, sin embargo reflejan codicias, fanatismos, poderes y tribalismos. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ACNUR), con motivo del Día Mundial del Refugiado, nos pide que acusemos recibo de esta tragedia que alcanza la espeluznante cifra de cincuenta millones de personas, la mitad de ellas desplazadas en su propio país por violaciones muy graves de derechos humanos.

Protestan las Naciones Unidas, con razón, del descenso del apoyo solidario de los países ricos a los refugiados, tanto en materia de cobijo como en la insuficiente ayuda económica para la atención humanitaria. Entre los 29 países occidentales mas poderosos no superaron las cien mil solicitudes de asilo el pasado año. Los requisitos se han endurecido y los fondos económicos en Naciones Unidas son reiteradamente insuficientes, occidente no solo no presta la debida atención sino que contesta con xenofobia e intolerancia la presencia de refugiados. Pensemos que con el monto económico del fichaje de un “galáctico” del fútbol se atenderían a varios millones de personas.

Un ejemplo reciente es la situación que vive Sudan en estas últimas semanas, tras agravarse una guerra que dura ya 20 años y que ha causado 2 millones de muertos, donde la huida de familias de sus casas abandonándolo todo, escapando con lo que llevan encima tras ser quemadas sus casas y asesinados por bandas paramilitares, ha generado en el Chad, país vecino y muy pobre, ciento sesenta mil refugiados a los que ACNUR solo pudo recoger a la mitad en campamentos, quedando el resto al albor de las lluvias y presumibles enfermedades hasta conseguir medios para abordar esta situación dramática.

En efecto, son los países pobres los principales receptores de refugiados, hasta el punto que un continente como África recibe hasta 13 millones de personas que huyen de la guerra y devastación. Allí, el año pasado murieron dos millones de personas de SIDA, hubo ocho millones de muertos por malaria, tuberculosis, sarampión o diarreas, y próximamente podrían morir de inanición en Eritrea, Etiopía, y África Occidental hasta 40 millones de personas; en este continente donde la mitad de la población sobrevive con menos de un dólar al día, es donde se recogen mas de la mitad de los refugiados mundiales.

Este año, el lema elegido por ACNUR: “empezando de nuevo en condiciones de seguridad y dignidad”, refleja el espíritu de sufrimiento de los refugiados y el valor de volver a empezar, bien buscando el difícil camino de regreso a casa con los suyos, o bien echando raíces en un país nuevo donde se integra. Aún mantenemos en nuestra retina la imagen de Nelson Mandela en su reciente visita a España por la boda real, llevaba en su solapa un lazo rojo reivindicando solidaridad frente a la pandemia que azota a su pueblo, en todos los medios se hablaron de las pamelas y los lujosos trajes, nadie comentó el gesto solidario de este hombre gritando silenciosamente al mundo que África se desangra en guerras, expoliación y muere de sed, hambre y sida.



Esteban Ibarra
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia