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Racismo y nazismo en el fútbol
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"AUSCHWITZ es tu país; los crematorios, tu casa". Esta frase con una esvástica en el centro se puede leer en una enorme bandera que exhiben los aficionados de las barras radicales del equipo de fútbol romano Lazio. La última vez que fue desplegada la bandera fue en un partido ante su rival de patio, el AS Roma. Durante el juego, cada vez que un jugador africano o latinoamericano del equipo rival tomaba el balón, la mayoría de aficionados gritaban insultos racistas o imitaban el sonido de los monos.
Por estas conductas, el equipo ha sido castigado en tres ocasiones por la Unión Europea de Fútbol (Uefa). La última sanción se dio después de los incidentes que se presentaron en noviembre pasado, cuando los aficionados 'ultras' de la Lazio agredieron con explosivos y bengalas a los jugadores del Partizán de Belgrado.
Pero estas conductas racistas de los aficionados no son un hecho exclusivo del equipo romano. Cada vez son más comunes los episodios de racismo y violencia en el fútbol mundial. Incluso casos tan absurdos como la aparición de aficionados neonazis en barras de equipos colombianos y latinoamericanos.
Pero una cosa es que los aficionados manifiesten sus inclinaciones y otra, que los dirigentes y jugadores de un equipo de fútbol sean condescendientes con estas conductas. Esto es lo que sucede con la Lazio.
Desde hace años las autoridades europeas están atentas al creciente auge de seguidores de este equipo que se identifican con ideologías fascistas. Según un reciente estudio hecho por la federación de fútbol de ese país, cerca del 70 por ciento de los seguidores de la Lazio se declararon de ultraderecha.
Además, episodios como el protagonizado por el jugador Paolo di Canio cuando celebró un gol con un característico saludo nazi y mostrando un tatuaje en su brazo derecho donde se leía la palabra Dux -Duce en latín, el apelativo con el que se conocía a Benito Mussolini- han revivido los escándalos que rodean al club con actos alusivos al fascismo. Alexandra Mussolini, nieta del dictador y diputada de un partido de ultraderecha agradeció el gesto de Di Canio: "Me ha fascinado, si quiere puede entrar en nuestro partido".
Pero lo que más sorprendió a las autoridades es la justificación que dio el vicepresidente del club, Claudio Lotito, ante la celebración: "Él no quiso hacer una alusión política, sólo es un gesto de emoción". Esta posición complaciente con jugadores que incitan al racismo le ha costado a la dirigencia del club la fama de apoyar conductas fascistas.
Es cierto que el fútbol italiano está dirigido en su mayoría por grupos familiares multimillonarios pertenecientes a políticos de derecha como Berlusconi en el Milán, Tanzi en el Parma y Agnelli en la Juventus. Pero eso no ha impedido que estos dirigentes hayan sido vehementes en el castigo a jugadores o seguidores involucrados en violencia y racismo.
Pero en la Lazio es inocultable la condescendencia de sus dirigentes con estas actitudes. Ni siquiera se pronunciaron frente a la paliza que le propinaron con bates y cadenas dos aficionados de la Lazio a un marroquí seguidor de la Roma el año pasado.
Los últimos hechos parecen confirmar los vínculos ideológicos de algunos dirigentes, jugadores y aficionados de la Lazio con movimientos de ultraderecha italiana. Quizás eso explique su silencio frente a hechos como el de Di Canio o su condescendencia con aficionados racistas. O también explique por qué el equipo no contrata jugadores asiáticos o africanos.
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