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Inmigrantes de Villaverde sufren ataques tras morir un chico a manos de un dominicano

    Fue el balance de las horas de alta tensión vecinal registrada ayer en el barrio de Villaverde, escenario del crimen. La policía tuvo que hacer un gran despliegue en la zona para evitar que los incidentes se agravaran y extendieran.

Horas antes de estos altercados, la policía había detenido al dominicano J. A. M., de 19 años, como supuesto autor de las dos puñaladas que acabaron con la vida del muchacho tras una discusión por un asunto baladí: el uso del agua de una fuente pública.

Ayer, los ánimos vecinales comenzaron a caldearse en el entierro del joven, realizado a la una de la tarde en el cementerio de Carabanchel. Al sepelio asistió gran cantidad de personas, en especial compañeros de clase de la víctima, que estudiaba un módulo de electricidad de formación profesional en el instituto Tierno Galván. Desde allí decidieron ir juntos por el barrio y manifestarse sobre las seis de la tarde. Y fue entonces cuando unas 400 personas se concentraron y llegaron los primeros problemas.

Sobre las siete de la tarde, un grupo de incontrolados apedreó las lunas del locutorio Paovic, situado en la calle del Sáhara. A esa hora sólo estaba dentro un empleado, que resultó ileso. "Menos mal que no había ningún cliente, porque se suelen sentar en la repisa del escaparate. Seguro que le habrían dado con las piedras", comentó Patricio, el encargado del local. "Desde entonces no han parado de insultarnos y de amenazarnos, cuando no tenemos ninguna culpa de lo que le pasó a ese chico", añadió.Una chica de raza negra, de unos 16 años, fue golpeada por varios jóvenes en plena calle de Villajoyosa. Algunos adultos tuvieron que parar la agresión y la chica pudo huir a la carrera. Mientras, en la contigua calle de Villafuerte (la misma donde fue asesinado Manuel G. C.) un joven suramericano tuvo que refugiarse en el portal del número 21. Un grupo de incontrolados intentó lincharle. Como el chaval fue más rápido que ellos, intentaron abrir la puerta de acceso al edificio rompiendo el cristal. La llegada de los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP), más conocidos por antidisturbios, evitó problemas mayores. El joven sufría una pequeña brecha junto al ojo izquierdo.

Los antidisturbios se desplegaron por la zona e intentaron controlar a los 400 manifestantes. Éstos se movieron por las calles adyacentes y bajaron hasta el parque donde se inició la discusión previa al homicidio de Manuel. Durante todo el recorrido corearon gritos contra los inmigrantes: "Luego diréis que España es racista", "fuera los negros", "no a los inmigrantes". Los comentarios de la mayoría de estas personas son que los inmigrantes sean expulsados del barrio porque con su llegada han crecido la delincuencia y la inseguridad callejera.

Un joven latinoamericano que conducía un deportivo rojo fue increpado por una decena de exaltados que intentaron pegarle. La llegada de varios adultos frenó el amago, mientras otros avisaban a la policía. Los chicos salieron corriendo al ver a los antidisturbios, que no tenían ninguna intención de cargar contra los agresores. Ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, los extranjeros que regentan algunos negocios en las calles de la concentración decidieron echar el cierre a sus negocios para evitar problemas. Los jóvenes se marcharon después a un parque de la calle de Anoeta, donde de nuevo tuvo que intervenir la policía.

El grupo ultraderechista Democracia Nacional había convocado para las diez de la noche una concentración en el lugar donde fue asesinado el menor, pero las fuertes medidas de seguridad les hicieron desistir de esa manifestación, que carecía de autorización de la Delegación del Gobierno en Madrid.

(EL PAÍS - 05-05-2005)