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VIOLENCIA RACISTA EN VILLAVERDE

    Los sucesivos actos de violencia racista acaecidos en Villaverde tras el crimen que acabó con la vida del joven de 17 años, Manuel González, revelan además de la gravedad de los hechos en sí, las insuficiencias institucionales para prevenir y atajar los numerosos problemas sociales que concurren.

Antes que nada hay que señalar que este asesinato mediante una puñalada asestada por un joven dominicano de 19 años, se produjo en el contexto de una pelea entre los dos jóvenes, originada tras un absurdo enfrentamiento al dar un cachete la víctima a otro menor de 13 años, primo del presunto asesino, porque le había mojado con agua de una fuente.

Ni fue un ataque de “bandas latinas”, ni “un crimen por ser español”, ni tuvo otra razón que la desgraciada violencia juvenil que se convierte en irreparable cuando se porta una navaja. Esta información ha sido acreditada por el atestado policial y por el hecho de que solo hay un acusado, que además fue detenido y puesto a disposición judicial en poco más de 24 horas. Fue un puente de mayo muy trágico al morir, además, un joven ecuatoriano de una puñalada por unos menores y días después un vigilante jurado, también por un enfrentamiento con menores.

Sin embargo solo la tragedia de Villaverde deparó una ola de violencia racista, provocando numerosos heridos, una situación de terror generalizado en los inmigrantes de este barrio y un impacto social y político de alcance nacional e internacional. En consecuencia resulta oportuno preguntarnos cuales son los factores que han concurrido para alcanzar esta cota de gravedad social.

En primer lugar la existencia de problemas sociales en un barrio que tiene serias carencias de servicios públicos, con bastante población juvenil y cerca de un 20% de población inmigrante, con problemas de seguridad ciudadana y con cierto abandono institucional. Pero esto no explica el problema por mucho que se insista; en estas circunstancias o peores están otros barrios de Madrid o Barcelona y no se ha producido esa eclosión de agresiones racistas.

No obstante hay un segundo factor a considerar, tras el homicidio se desata una información mediática culpabilizando a “bandas latinas” del asesinato, y lo que es mas grave, criminalizando colectivamente a los inmigrantes. La ecuación inmigrante =delincuente =criminal se instala en muchas informaciones de prensa, radio y televisión durante las primeras horas, sin que ninguna institución oficial salga a los medios para señalar objetivamente la naturaleza de este crimen individual.

Tras este impacto mediático y vamos con el tercer factor, grupos ultraderechistas y xenófobos propagan una campaña fulgurante contra los inmigrantes a base de carteles, pintadas y contacto directo con jóvenes del barrio, acusándoles de invasión y de ser origen de “todos” los problemas de convivencia vecinal. Una campaña que se hace visible incluso en el estadio Bernabeu mediante una vergonzosa pancarta de treinta metros. Es la propaganda racista.

El cuarto factor a tener en cuenta, es la actuación organizada de neonazis y ultras violentos quienes, junto a los existentes en el barrio, lanzan a numerosos adolescentes, encendidos y cabreados previamente, a realizar “cacerías de inmigrantes”, en especial tras negros y latinos, después de las manifestaciones del miércoles y viernes. Todo ello disfrutando de la pasividad policial que no produce ni detenidos, ni identificados.

La inexistente reacción institucional, y este es el quinto factor, tras una semana de racismo y violencia finalmente aparece; reacción tardía pero al fin emerge apoyando una manifestación vecinal contra la violencia y por la convivencia; se producen cuatro detenciones de jóvenes, tres menores, con navajas y palos, se aborta una veintena de intentos de violencia en la manifestación y se adoptan medidas de prevención y seguridad ciudadana.

Hubo numerosos inmigrantes agredidos que no denuncian por desconfianza en la policía, un periodista latino con lesiones serias, dos periodistas de El País atacados , ... y sobre todo una sociedad herida y unas instituciones puestas en cuestión. Ante ello solo cabe reclamar en primer lugar medidas de prevención de la violencia juvenil, acabar con la proliferación de armas bancas, erradicar los grupos racistas, abordar con soluciones reales los déficits sociales .... y compartir el dolor de una familia que ha perdido un hijo por una navaja asesina en absurda disputa juvenil.


Esteban Ibarra

Presidente del Movimiento contra la Intolerancia