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Skingirls: protagonistas en el movimiento neonazi español

    «Al principio, éramos sólo las novias de los skinheads. Poco a poco hemos ido tomando conciencia de grupo y hemos desarrollado una ideología que antes no teníamos». Lo explica Tania (nombre ficticio). Tiene 17 años y es una chelsea (una chica skin). Desde hace un año, milita activamente en el movimiento neonazi de Madrid.No quiere hablar de lo que le llevó a convertirse en lo que es.Sólo dice que se llevaba mal con sus padres, «de izquierdas», y que ahora vive en un centro de acogida en algún lugar de la Comunidad.

«Nada de fotos, nada de detalles personales; tenemos muchos líos con la policía». Desconfía Tania, la mirada fija en su interlocutora.Lleva pantalones de camuflaje, cazadora vaquera con muchas chapas en la solapa y camiseta negra de un grupo de música rac. ¿Rac? «Rock anticomunista, patriótico, gente como Tercios, Estirpe Imperial, División 250, Tormenta Blanca...». En los pies, unas Adidas negras: «Son las zapatillas oficiales de los nazis porque el blanco de los cordones está por encima del negro».

El pelo, liso, castaño y largo, porque «la cabeza rapada da mala imagen en los juicios». Su constitución es delgada, pero sorprenden sus musculosos brazos. «Entrenamos, vamos al gimnasio, hacemos kickboxing o fullcontact. Y practicamos en la calle, pegando.Ya te he dicho que nos lo tomamos en serio». Lo resume así: «Ponte que yo voy con mis amigos en coche por la calle y vemos un negro: paramos el coche, le damos y nos vamos».

Es dura. Mucho más que su amigo Jorge (otro nombre inventado), de 20 años, que justifica la violencia sólo en casos de defensa propia. «No somos tan malos. Incluso estamos en contra de la violencia». «¿Quééé?», reacciona, indignada, Tania. «Eh quiero decir contra la violencia contra las mujeres, la violencia de género y esas cosas», rectifica el chaval, un poco avergonzado.«Ah, eso sí», dice ella.

Para Tania, lo único que cuenta son las 14 palabras, una especie de leit motiv skin que repite como un mantra: «Debemos asegurar la existencia de nuestra raza y un futuro para los niños blancos».¿Y los otros niños? «Para nosotros hay una sola raza: la aria.No queremos inmigrantes que nos quiten el trabajo».

Cada vez se ven más chicas skins, sobre todo en Madrid y Barcelona, paseando orgullosas al lado de sus hombres. Jorge explica que, tradicionalmente, a ellas no les había interesado la violencia.Ahora sí.

En la web neonazi www.centuriahispanica.es.vg se lee: «Ya es hora de enterrar las arcaicas concepciones nacionalcatólicas sobre la mujer, más propias del siglo XX, valorarlas en su justa medida y considerarlas como lo que son: unas camaradas más en la lucha, tan buenas como cualquiera. Lo contrario es cavar nuestra propia tumba».

Sin embargo, en nuestro país hay todavía muy pocas skingirls.La Policía tiene fichadas a una treintena de ellas en toda España.No ocurre como en Alemania. Tampoco se tiene constancia de que ahora existan grupos ultras integrados sólo por mujeres.

Laura, de 17 años, y su hermana Berta, de 13 (también nombres simulados) acompañan a Tania en sus correrías. Son skins de la próspera localidad madrileña de Majadahonda y se nota que llevan muy poco en el movimiento. Por supuesto, a sus padres «les daría un ataque» si se enteraran. Podrían pasar por pijas inofensivas, adolescentes cándidas aun, pero con la amenaza de un futuro rebosante de conflictos.

No tienen mucho que decir. Sólo que los sharperos (cabezas rapadas de izquierdas) son sus enemigos de muerte, y que están en contra de los suramericanos, de los marroquíes y de los negros. Preconizan que, antes o después, habrá otra guerra civil en España. «Como la de Franco».

A Franco le admiran, pero su referente sigue siendo Adolf Hitler -«¿Conoces Mi lucha? Si quieres te lo presto...» (Tania)-. Les encanta la parafernalia bélica alemana y llevan pins con el número 88 que, en la cabalística nazi, simboliza la octava letra del alfabeto (la H, de Hitler), repetida dos veces: Heil Hitler.

Mucho cuidado con ellas, porque tienen ganas de todo.