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LA HOMOFOBIA VISITÓ EL SENADO

    La homofobia está en campaña. Su argumento para la movilización, “defender la familia y el interés del menor”, es una falacia. En realidad lo que ataca es el avance de los derechos civiles que concretan la igualdad de los homosexuales ante la ley, y de paso, como decían en el Foro Español de la Familia, rechazar el divorcio expres y la despenalización del aborto, reprobar al gobierno que reconoce legalmente el matrimonio homosexual, el derecho a la adopción, reclamar la religión en la escuela .. y afirmarse contra toda profundización de la democracia.

La manifestación del 18-J, convocada por numerosas asociaciones ultraconservadoras, apoyada por el Partido Popular y la jerarquía católica, y por organizaciones de la extrema derecha antidemocrática, no pretendía más que oponerse al avance de la igualdad de gays y lesbianas y defender un modelo de familia único y excluyente. Sin embargo los organizadores insistían que la manifestación no era contra los homosexuales pero sí contra la ampliación de sus derechos, sus reivindicaciones de igualdad, evidenciando las connotaciones homófobas de su acción. Lamentablemente ver a obispos y diputados en esta manifestación, contrasta con el recuerdo de su ausencia en las marchas pacifistas contra la guerra, también condenada por el Vaticano.

Sin embargo tras la manifestación llegó el escándalo al Senado y fue de la mano de un “experto” de la Asociación Católica de Propagandistas, Aquilino Polaino, director del departamento de psicología en el CEU –San Pablo, invitado por el Partido Popular a defender sus tesis, sobradamente conocidas por retrógradas. En esencia su argumento concibe a los homosexuales como enfermos que han sido educados por padres alcohólicos y agresivos, así como por madres sobreprotectoras. Todo el mundo pudimos observar que su intervención fue pura y dura homofobia.

En verdad lo que escuchamos por boca del “experto” fue sorprendente, pero sobre todo fue un episodio que revela la falta conciencia del deber de luchar contra una de las lacras mas denigrantes y lacerantes de la humanidad, la discriminación e intolerancia hacia los homosexuales, la homofobia. Por el contrario, el escándalo no implicó mayor reacción institucional en defensa de lo derechos constitucionales de los ciudadanos afectados por la intervención del “experto”, en especial la degradación de la dignidad y el honor, que una petición de disculpas por su intervención, observando que esta desaprobación se produjo sin un cuestionamiento a fondo de la presencia de un homófobo en la Cámara Alta de nuestra Democracia.

Para comprender la indolencia institucional frente a la homofobia bastaría con comparar esta situación con otra generada por cualquier expresión de intolerancia, o acaso ¿podríamos imaginar a un supremacista blanco invitado al Senado a defender tesis de inferioridad de los negros o para considerar amenazantes enfermos a los judíos?. Seguro que nadie en una institución tan importante de la democracia consentiría tamaña aberración, es más se le investigaría por propagar ideas racistas en su docencia, incluso podrían procesarle por difundir el odio. Desde luego no se permitiría que siguiera, y menos académicamente, propagando aberraciones. Sin embargo aquí hubo mas, hubo quien invitó al homófobo, escuchó compartiendo, permitió un altavoz de magnitud parlamentaria e incluso le felicitó por “su magnífica exposición” contra los homosexuales. Entendemos que alguna responsabilidad política habrá que exigir.

Nos falta memoria y conciencia para observar que los nazis llevaron a los homosexuales a las cámaras de gas tras ser estigmatizados como enfermos, para reconocer que hoy día hay países donde están en prisión o son ejecutados, y en muchos otros son víctimas de crímenes por grupos ultras y homófobos , incluida España, sin olvidar su flagrante discriminación en el planeta. El asunto es lo suficientemente grave como para que resulte insuficiente desmarcarse, incluso pedir disculpas, es preciso sobre todo, un compromiso real, sincero y objetivo por erradicar la homofobia de todo comportamiento.

También hace falta conciencia de que es una tarea que nos incumbe a todos, oponerse a la sempiterna intolerancia homófoba no es una lucha exclusiva de gays, lesbianas y transexuales, es una lucha de toda gente de bien por la dignidad colectiva como seres humanos, por defender los derechos de todos, entendiendo que mientras el colectivo homosexual no alcance la plena igualdad y libertad, nuestra sociedad tampoco lo alcanza, es una lucha afirmada por el compromiso democrático y el orgullo de ser ciudadanos.

Esteba Ibarra
Presidente Movimiento contra la Intolerancia