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INDULTO PARA UN INOCENTE

    Se llama Ahmed Tommouhi, tiene 54 años y lleva casi 14 años en prisión por unos delitos de violación que dice que no cometió. Nosotros le creemos. Es marroquí, un hombre sencillo, con dos hijos, que en el 91 trabajaba de temporero, con sus papeles en regla, no sabe leer, ni escribir, no tenía antecedentes penales. En aquel año fue condenado por Tribunales de Barcelona y Tarragona por 4 delitos de violación, en el contexto de una gran alarma social por este tipo de sucesos que se producían reiteradamente.

En 1998 una de esas penas fue anulada por el Tribunal Supremo, después de que un análisis revelase que él no cometió la violación, siendo hallado culpable un ciudadano español, detenido en 1995, llamado Antonio García Carbonell que era un violador múltiple, confeso y convicto, y que fue condenado a 230 años de prisión por numerosas violaciones. Tommouhi y García Carbonell se parecen extraordinariamente, como dos gotas de agua, sin embargo en las tres condenas restantes no se pudo practicar la prueba de ADN y demostrar que hubo un error en el reconocimiento visual de las víctimas, única prueba con que se le condenó.

El Guardia Civil que investigó su caso fue el primero en advertir e insistir que Tommouhi fue identificado por error y que otra persona, un violador convicto y confeso, era la autora de los delitos por los que condenaron a este inmigrante. Hace seis años el Fiscal-Jefe de Cataluña, José María Mena, pidió al Gobierno el Indulto para Tommouhi y el Tribunal Supremo, ante los recursos presentados por los abogados del marroquí, determinó, en una interpretación restrictiva de la Ley, que legalmente no procedía revisar la condena aunque proponía como vía alternativa el indulto para Tommouhi.

También el Defensor del Pueblo lo ha exigido reiteradamente y organizaciones sociales como SOS Racismo y Movimiento contra las Intolerancia lo hemos reclamado. Iniciativas cívicas como la de Borraz en Internet detalla la situación en profundidad. Sin embargo Tommouhi ni siquiera aceptó los beneficios penitenciarios, ni salir en libertad condicional por aplicación del tercer grado. Su dignidad le ha llevado a no aceptar nunca un delito que no cometió, incluso a riesgo de perder su vida, hace poco tiempo sufrió un infarto de miocardio en la cárcel de Cains de Briñas, algo que en el 2.000 también le sucedió a Abderrazak Mounib, muriendo trágicamente cumpliendo condena y también encausado por error judicial junto a Tommouhi. Ninguno de los dos pidió el indulto, si la revisión de la condena.

El PSOE cuando estaba en la oposición pedía clemencia al gobierno del PP, su diputado Jordi Pedret insistía en la Cámara. Ahora es Izquierda Unida-Izquierda Verde quienes recuerdan su compromiso abandonado. Cuatro ministros y sus gobiernos respectivos han sido indolentes, aceptando burocráticamente y con desidia la vulneración de un derecho como es la tramitación de un indulto. Siempre responden que está siendo estudiado y responderán en breve. Ya vamos para 6 años.

Abruma que pueda haber errores judiciales de esta envergadura, que nuestro sistema legal tenga dificultad para corregirlos y que la indolencia política revele tamaña desidia. ¿Cómo es posible que un inocente permanezca en prisión casi 14 años en una sociedad democrática con un Estado de derecho como garante? Quizás la respuesta la encontremos en su condición social de paria y marginado, además de inmigrante y marroquí. ¡Qué vergüenza!. La acción ciudadana tiene la palabra.


Esteban Ibarra
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia