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El Crimen de Aitor Zabaleta y el grupo ultra neonazí Bastión

    Los hechos criminales se remontan al 8 de diciembre de 1.998, trágico día en el que un seguidor de la Real Sociedad, Aitor Zabaleta, moría asesinado de una puñalada en el corazón que le había asestado un neonazi, Ricardo Guerra Cuadrado, tras una emboscada contra los donostiarras organizada por el grupo ultra Bastión.

Un par de semanas antes, el 24 de noviembre, con motivo de un partido de fútbol de la Copa del Rey que el Atlético de Madrid debía disputar con la Real Sociedad en la ciudad de San Sebastián, un grupo de ultras se desplazó en un autobús fletado expresamente para ello por el Frente Atlético; en el autobus iban la mayor parte de los miembros de Bastión, salvo Ricardo Guerra al estar cumpliendo condena de prisión, en régimen de tercer grado penitenciario, y verse obligado a pernoctar por la noche en el centro Victoria Kent en Madrid.

Al regresar del encuentro de fútbol, el autobús en el que viajaban este grupo de ultras fue apedreado en las inmediaciones de San Sebastián y eso fue motivo para que sus ocupantes empezaran a concebir la idea de devolver la agresión sufrida en el partido de vuelta que se disputaría el 8 de diciembre en el Vicente Calderón.

Tres días antes de ese partido, el 5 de diciembre, con motivo de otro encuentro en el Manzanares, esta vez con el Atlético de Bilbao, se reúnen los integrantes de Bastión, contando con la presencia de Ricardo Guerra, y acuerdan tomar represalias por el apedreamiento de su autobús en San Sebastián, con el añadido como aliciente ideológico ultra, de que el equipo rival y sus seguidores, eran vascos.

“Vamos de cacería”

El día de autos, el 8 de diciembre, convocados por el líder de Bastión, Miguel Ángel Marcos Bueno, alias “ el Tocho”, se concentran a mediodía en torno a la Plaza Mayor de Madrid; allí comienzan, desde ese momento, las agresiones a los seguidores donostiarras, habían quedado para ir de “cacería”. Durante todo la jornada se produjeron numerosos ataques contra cualquier seguidor de la Real Sociedad que transitara por el centro de Madrid. Posteriormente Ricardo Guerra, que iba armado con una navaja, junto con su grupo se dirigen al estadio donde, en sus inmediaciones, se concentran numerosos cabezas rapadas.

En torno a las 6 de la tarde llegaba a la zona del Vicente Calderón el autobús de la peña femenina “Izar”, repleto en su mayoría de mujeres y niños, junto a algunos hombres como acompañantes. Los seguidores de la Real habían llegado bastante pronto al estadio para comprar algunas entradas que les faltaban y preguntan a un policía municipal por un lugar tranquilo donde poder tomar algo. El agente, de forma insensata, les envía a un bar cercano, punto de reunión habitual de cabezas rapadas del grupo Bastión del Atlético de Madrid. Un camarero les advierte de lo peligroso del lugar, pero es demasiado tarde, los cabezas rapadas no tardan en llegar e increpan a los seguidores donostiarras, les tenían preparada una encerrona a los seguidores de la Real Sociedad en los momentos previos al partido. Era toda una emboscada neonazi.

Hay un primer incidente en la puerta del bar, insultos y algunos golpes. Los neonazis les roban las bufandas, rompen sus grandes chisteras con los colores de la Real Sociedad y a todos les amenazan de muerte. A continuación, los seguidores de la Real cruzan la carretera y acosados, corren asustados; van mujeres con niños, familias, todos pegados al estadio Vicente Calderón buscando su puerta de acceso, que se encuentra en el otro extremo del fondo norte. Dramáticamente todos los accesos están cerrados a esa hora, salvo esa puerta hacia donde se dirigen. Los neonazis de forma sorpresiva y perfectamente coordinada, por ser la ocasión que habían previsto y estaban esperando, aparecen al unísono, les atacan por varios puntos, pueden ser 40 energúmenos, 50 o quien sabe, unos 60, algunos totalmente de negro, como uniformados, muchas cazadoras “bomber” y súbitamente, aparecen dos vehículos de color oscuro, uno de ellos un Volkswagen Golf y el otro también pequeño, de los que descienden de ocho a diez individuos, portando uno de ellos, cuando menos, una navaja de gran tamaño, al tiempo que desde las calles y lugares adyacentes llegan otros grupos mas, a la carrera, lanzando botellas y piedras, rodeando y agrediendo a los seguidores donostiarras, al tiempo que vociferan gritos alusivos y despreciativos con el País Vasco, e incitan a dar muerte a los seguidores de la Real.
Aitor Zabaleta que iba rezagado por la discusión con los ultras en el bar, se detiene para defender a un niño de seis años de los ataques. Acto seguido, corre en busca de su novia, Verónica Olivenza, que ha huido momentos antes. Su carrera se ve bruscamente frenada en el fondo norte, cuatro rapados le rodean y uno de ellos le asesta una puñalada mortal en el corazón.
Aitor que camina unos pasos se encuentra con su novia y empieza a palidecer. Verónica avisa a unos policías municipales que le atienden en primera instancia. Diez minutos después llegan las asistencias sanitarias del Samur y le trasladan urgentemente a la clínica de La Concepción. Aitor Zabaleta ingresa en el centro sanitario con parada cardiorrespiratoria, entra en coma y fallece sobre las 3.00 horas del 9 de diciembre de 1998.
A su vez, como consecuencia de esas agresiones, resultaron con lesiones de diversa consideración, Miren Itxaso Legarra, Iñaqui Gorostiza, Lorenzo Rodríguez y Maider Gorostidi, todos ellos integrantes de la peña Izar, junto a un Policía Nacional de los agentes que repelían a los neonazis.

Conmoción social y política

Comienza el partido y en las gradas se comentan los incidentes, el rumor se extiende, parece que “han matado a un vasco”. No obstante, en el lugar habitual de los ultras, las banderas neonazis y los cánticos fascistas no dan tregua; los insultos y el cachondeo sobre su posible muerte son una constante. Por el contrario, fuera del estadio, la noticia corre como un reguero de pólvora y causa una importante conmoción; el tremendo impacto del crimen alcanza todos los estamentos, no solo a políticos, a nivel social, el mundo del deporte y a nivel cultural.

El fútbol estaba de luto, Madrid entero entristecía, España se conmocionaba, desde el ciudadano mas alejado hasta el presidente del Gobierno. El rechazo a la agresión criminal fue clamoroso, la familia recibió solidaridad incluso desde el extranjero, sin embargo la mayor comprensión y afecto la tuvo del pueblo madrileño, a quien después del juicio, Javier Zabaleta agradeció su cariño.

En la misma noche del crimen, el Delegado de Gobierno, Pedro Núñez Morgades, se pone al frente de la situación y entra en contacto con la familia de Aitor, a las pocas horas llama por teléfono al Presidente del Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, invitándole a colaborar y ayudar a la familia de Aitor en estos momentos trágicos y mas en concreto en una reunión que se celebraría en la Delegación de Gobierno con Javier Zabaleta y otras personas de su familia. En esa reunión, junto a nuestro pésame comunicabamos la decisión adoptada por el Movimiento contra la Intolerancia de personarnos en la causa por el asesinato de Aitor y el ataque a los seguidores de la Real Sociedad.

Tensiones en la instrucción del procedimiento.

Desde el primer momento, la juez de instrucción María del Rosario Esteban y el fiscal del caso, José Hidalgo, tenían una interpretación de los hechos y habían asumido una línea de intervención. Tras las detenciones policiales de los ultras, que alcanzan hasta un total de una veintena, un auto del 18 de diciembre dicta el secreto del sumario. Admitida a trámite las querellas criminales de la familia de Aitor y del Movimiento contra la Intolerancia, estaríamos en espera de actuar hasta dos meses después, cuando se levanta el secreto y la juez incoa dos procedimientos, uno para el Tribunal del Jurado, con Ricardo Guerra acusado de homicidio y otro, un procedimiento abreviado por un delito de desordenes públicos para once personas, dictando el sobreseimiento y libertad de nueve de los ultras detenidos, entre ellos y asombrosamente, el lugarteniente de Guerra y principal testigo de cargo ( dado que fue quien delato el apuñalamiento) Iván Martín Ron.

En la práctica nos habían impedido investigar; el abogado del Movimiento contra la Intolerancia, Marco Gómez de la Serna, iniciaba una lucha ardua contra una resolución que entendimos injusta y que tenía una enorme trascendencia. Esa lucha todavía no ha acabado y solo concluirá tras el juicio de los once neonazis de Bastión, que con un indecoroso retraso, siete años después, nuestro sistema judicial va a realizar.

Sin poder practicar ni una sola diligencia de prueba, en claro caso de indefensión de las acusaciones, se presentaba un recurso de queja y de reforma contra su resolución. No hubo manera, los recursos no prosperaron, el asesinato de Aitor quedaba reducido a un solo responsable, Ricardo Guerra, los otros tres que le acompañaban Ignacio Racionero, Israel Gonzalo e Iván Martín Ron, eran directamente separados del caso y este último, Iván, que estuvo participando activamente en los hechos, quedaba en libertad sin cargos.

Sin embargo lo inaudito vendría poco tiempo después. La juez, siempre en sintonía con el fiscal, no solo deja en libertad sin cargos a la gente que detuvo la policía por participar en el ataque a los donostiarras, no solo no indagó la responsabilidad organizadora del grupo Bastión, que ya estaba señalada en la querella del Movimiento contra la Intolerancia, sino que dispone la LIBERTAD CON FIANZA del presunto asesino de Aitor Zabaleta, aún reconociendo “múltiples pruebas incriminatorias” y una petición de 20 años. Este auto por fortuna, tras ser recurrido, sería revocado por la Audiencia Provincial, contemplando el posible riesgo de fuga.

Fue una dilatada instrucción, no exenta de polémica por las decisiones de la juez, en general apoyadas o propuestas por el fiscal, que nos dejó un amargo sabor de boca y que en diferentes ruedas de prensa, el padre de la víctima, Javier Zabaleta, y Esteban Ibarra, cuestionaron reiteradamente. La tesis desde el primer momento que sostenía la acusación popular del Movimiento contra la Intolerancia era que había un asesino, Ricardo Guerra, tres coautores, Ivan Martín Ron, Israel Gonzalo Canabal e Ignacio Racionero, junto a un grupo ilegal, Bastión, que había organizado la cacería y la emboscada. Debemos de significar, que las acusaciones se vieron obligadas a efectuar prácticamente la investigación en la misma vista oral, por la escasa participación que nos habían permitido; una investigación que no damos por concluida y que aún mantenemos la esperanza de que en el futuro juicio a los integrantes de Bastión se arroje mas luz en la película de unos amplios y graves hechos que en modo alguno, consideramos se puedan reducirse al fotograma de una puñalada y un desorden público de once energúmenos.

La negativa de la Juez y del Fiscal de imputar el delito de asociación ilícita a los integrantes de Bastión, recurrida por las acusaciones, fue respondida días antes del inicio del juicio de Ricardo Guerra por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial que emitió un auto por el que consideraba que los componentes de Bastión debían ser procesados, además de desórdenes públicos, por el delito de asociación ilícita. Era la primera vez en España se procesaba a un grupo ultra del fútbol por este delito, abriendo la puerta a una jurisprudencia que puede ayudar a limpiar de violentos los estadios de fútbol.

Comienzo del juicio del Tribunal del Jurado por asesinato.

El jurado quedaba constituido por siete mujeres y dos hombres. El primer testimonio correspondía al acusado por el crimen del joven seguidor de la Real Sociedad. Los primeros en llegar a la Audiencia Provincial fueron los padres de Ricardo Guerra. Numerosos medios de comunicación se acercaron a ellos para recabar alguna declaración y el padre arremetió contra los periodistas. «¡Vosotros tenéis la culpa de que mi hijo lleve 15 meses en prisión!», replicó airado mientras subía las escaleras de la Audiencia. Sin embargo, Ricardo Guerra no estaba preso por culpa de los medios de comunicación. Fue condenado por el Juzgado Penal número 3 de Valladolid por un delito de robo con violencia, condenado por el Juzgado Penal 23 de Madrid por un delito de lesiones con uso de armas, también condenado por el Tribunal Supremo por atentado y por un delito contra la salud pública.

Ricardo Guerra Cuadrado en su declaración se negó reiteradamente a contestar cada una de las preguntas del fiscal y de las acusaciones particular y popular. Sólo hizo caso al interrogatorio de su defensa. Estaba en su derecho.

El tribunal visionó un vídeo en el que se veía al grupo neonazi Bastión 1903 en la gradas del estadio Vicente Calderón. Las imágenes estaban filmadas el pasado 5 de diciembre de 1998, tres días antes del asesinato de Aitor, durante el partido de Liga entre el Atlético de Madrid y el Atlético de Bilbao. Al acusado, Ricardo Guerra, se le distinguía colocando una pancarta de Bastión, con el pelo rapado y vistiendo una cazadora verde tipo bomber.

Guerra se reconoció como uno de los participantes en la grabación. También identificó a otros tres miembros tapados por una pancarta de Bastión y una del Frente Atlético, aunque negó su pertenencia a ambos grupos. Entre los individuos que aparecían en la filmación, Guerra distinguió al testigo de cargo Iván Martín, a Ignacio Racionero y a Miguel Ängel Marcos Bueno, alias el Tocho. Guerra se limitó a decir durante la grabación que “la pancarta es bonita”.

Verónica Olivenza, declaró a continuación explicando como vió el ataque sorpresivo y no pudo reprimir su llanto al narrar cómo Aitor perdía la conciencia. «Se empezó a poner muy blanco y se le acumuló saliva en la comisura de los labios. Hablábamos y se desvanecía...». Mientras tanto, Ricardo Guerra que escuchaba el relato, se mantenía impasible. Las agresiones, explicó Verónica, fueron acompañadas de insultos a a los vascos, a los donostiarras: «¡Putos vascos de mierda, iros a tomar por culo de aquí!», «vascos, hijos de puta»..., fue una declaración firme y coherente.

Iván: escudero de Guerra

Así le definió el Jefe del grupo de investigación sobre violencia urbana. Iván era su escudero. Tras su detención fue quien declaró que el autor de la puñalada mortal a Aitor fue Guerra. Manifestó que además de la puñalada le propinó un puñetazo. Estuvieron juntos desde mediodía, era su amigo, participó de los hechos y no fue imputado. Asombroso!

Se sabía que Iván se iba a retractar durante el juicio, pese que ante la policía y sus abogado declaró ver como Ricardo Guerra realizaba el apuñalamiento, incluso ante el juzgado volvió a declararlo tres veces más, dos cuando estaba imputado y otra más cuando solo era testigo pues le habían retirado los cargos. Sin embargo en la siguiente y última declaración, antes del juicio, había dicho que no recordaba bien. Iván tenía escolta policial, estaba amenazado.

El día que la tocaba declarar en el juicio contra Guerra, se pudo observar en la Sala la presencia de numerosos cabezas rapadas, al menos muy evidentes 6 o 7. Arrogantes, intimidatorios, incluso asustaron a Verónica y a Miren, hermana de Aitor, dado que un par de ellos les siguieron al cuarto de baño. Hubo despliegue policial para prevenir incidentes. Aunque los rapados simplemente estaban allí para intimidar a Iván, el único testigo de cargo, hasta ese momento, el único. Se comprende por tanto, la importancia de investigar a fondo, si Iván se retractaba en el juicio, la prueba quedaba en precario.

Sin embargo dos inspectores de policía aportaron su testimonio indirecto, recordando como delante de dos abogados de Iván, le tomaron declaración donde señaló la autoría de Ricardo Guerra. También una pregunta inteligente de un miembro del jurado revelaría que Iván mentía durante el juicio. Preguntado “si hubiera deseado no haber visto, lo que vio en aquellos momentos”, contestó afirmativamente.... luego lo vio todo, había mentido. Esto lo reflejó el jurado en su veredicto.

Días después saltaría una sorpresa, una testigo de los hechos, Arantxa, reconocería a Guerra que estaba junto a Aitor Zabaleta, en el momento de su apuñalamiento. Con anterioridad un testigo protegido también había situado a las cuatro personas señaladas (Guerra, Iván, Racionero y Canabal) rodeando a un joven “rellenito”. Había prueba abundante que señalaba su autoría.


Ricardo Guerra, un «skin» muy violento

Es un neonazi extremadamente violento. Así lo certificó Manuel Iglesias, inspector- jefe del Grupo de Violencia Urbana de la Brigada de Información de la Policía Nacional. Fue una declaración muy importante que permitió al jurado conocer el perfil del acusado. «Ricardo Guerra es un skin, nazi, bastante violento. Actuó en Moncloa y tuvo varias detenciones. Siempre ha hecho uso de navaja y sufrió varias detenciones en el 96», aseguró Manuel Iglesias ante la Sección XXIII de la Audiencia Provincial, destacando que el imputado había sufrido varias detenciones. Guerra había pertenecido a la organización neonazi TNT, cuyo núcleo más violento ingresó en el grupo Bastión 1903. «Ricardo Guerra estaba en TNT, de ideología nacionalsocialista», señaló el encargado de la investigación. TNT permanece inactiva desde hace años debido a la presión policial y social tras la agresión a un periodista latinoamericano.

El Inspector-jefe del Grupo de Violencia Urbana realizó una distinción entre los integrantes de Bastión, atendiendo a su origen, de un lado, la rama más moderada que partió de una escisión del Frente Atlético. De otro, la rama de neonazis extremadamente violentos procedía de TNT. Este grupo neonazi estaba estrechamente vinculado con la desmantelada banda de los Miami, dedicada fundamentalmente al tráfico de drogas sintéticas -éxtasis-, la protección, la extorsión y el cobro de morosos.

A preguntas de la acusación popular, el inspector-jefe desglosó la procedencia de algunos de los más violentos componentes de Bastión: Jorge Mallea, alias el Pulga, Alexis Sekulitis, Carlos Alfonso Bedoya, Israel Gonzalo Canabal, José Luis López Sánchez, El Rocker, Ignacio Racionero y, por supuesto, Ricardo Guerra venían de TNT.

Por su parte, Miguel Angel Marcos Bueno, alias el Tocho, Pablo Román, José Antonio Romeral, El Perillas, Pablo Román, Enrique Expósito, José Antonio Jiménez, Iñigo Grandes, Enrique Compte Zambudio, alias Zambu, fundaron Bastión a partir del Frente Atlético. A este grupo no se le detectó el uso de armas blancas.

Además, el policía desveló el origen de Bastión,«el verdadero organizador de todo fue Miguel Angel Marcos Bueno, alias El Tocho», fundador del grupo neonazi, que portaba un tirachinas con bolas de acero, procesado por asociación ilícita y desórdenes públicos a raíz de este caso. Bastión se crea a finales de la temporada 97/98 y se consolida en septiembre de 1998. El punto de afianzamiento es la extensión de una pancarta en el fondo sur del estadio Vicente Calderón. Nace con la intención de hacerse con el control de la venta de todo tipo de material del Atlético de Madrid.

Los policías situaron a Ricardo Guerra en el lugar de los hechos tras detener el 8 de diciembre de 1998 a Juan Ignacio Calderón, alias Nacho El Loco. Manuel Iglesias indicó que «El primer detenido era de Bastión y pensábamos que Bastión estaba implicado en los acontecimientos». Nacho El Loco afirmó que había estado la tarde del 8 de diciembre de 1998 con Israel Gonzalo Canabal y Carlos Alfonso Bedoya. Todos estaban fichados por su pertenencia a Bastión. Tras el interrogatorio, la policía detuvo a Ricardo Guerra y a Ignacio Racionero, considerado su lugarteniente, por su presunta participación en el asesinato de Aitor Zabaleta.

Manuel Iglesias señaló que Guerra siempre se hacía destacar entre los miembros más violentos de Bastión e Ignacio Racionero le cubría en todos sus movimientos. El policía indicó también que Ricardo Guerra fue investigado por su posible relación con el asesinato del joven David González Rubio, crimen aún no esclarecido, y ocurrido en el barrio de Moncloa de un modo similar al asesinato de Zabaleta.

Además, el jefe del Grupo de Violencia Urbana de la Brigada de Información afirmó ante el jurado que el modus operandi de Ricardo Guerra era siempre muy similar en todos sus delitos. «Siempre se deshacía de la navaja. Esto es muy poco habitual en un skin, porque hace de la navaja su herramienta de trabajo. Esto lo hace gente experimentada, gente veterana en el uso de navajas».

A escasos metros de distancia del policía, Ricardo Guerra no pudo reprimir su nerviosismo en la sala al escuchar, con la boca abierta, el pormenorizado relato del responsable de la investigación.

BASTIÓN: un grupo ultra-neonazi

La titular del Juzgado de Instrucción número 40, María del Rosario Esteban, decidió dividir el caso en dos causas distintas. La primera, el juicio a Ricardo Guerra por el asesinato de Aitor Zabaleta, condenado finalmente a 17 años de cárcel. La segunda causa fue abierta a 11 integrantes de Bastión, Ricardo Guerra entre ellos, por desórdenes públicos.

La acusación popular, a continuación, recurrió ante la Audiencia Provincial y pidió también el procesamiento por asociación ilícita. La Audiencia Provincial dio la razón al Movimiento contra la Intolerancia y remitió la causa al Juzgado de Instrucción 40 para que instruyera por ambos delitos: desórdenes públicos y asociación ilícita. La juez acató el auto de la Audiencia y dictó, esta vez, la apertura de juicio oral por los dos delitos.

La mayoría de los 11 procesados prestaron declaración durante el juicio a Ricardo Guerra por el asesinato de Aitor Zabaleta. Los testimonios de los integrantes de Bastión ante la Sala fueron milimétricamente iguales. Todos coincidieron en definir a Bastión como «sólo una pancarta». Otros puntualizaron que este grupo neonazi era tan sólo “un trozo de tela”. La mayor parte de los imputados tiene en su haber antecedentes penales por otros delitos violentos.

Sin embargo, el nuevo auto de la juez María del Rosario Esteban califica a Bastión 1903 de «grupo radical de aficionados» del Atlético de Madrid «caracterizado por su comportamiento violento en los estadios de fútbol con concomitancias con grupos skin head de ideología nazi». La finalidad de este grupo, según el auto, es «alterar la paz pública» y, en este caso, «acosar, amenazar, insultar y agredir» a los seguidores de la Real Sociedad.

También las importantes declaraciones del jefe del Grupo de Violencia Urbana de la Policía, Manuel Iglesias, durante el juicio por el crimen de Zabaleta respaldaron esta tesis. Iglesias definió a Bastión como un grupo escindido del seno del Frente Atlético, de ideología nacionalsocialista. La creación de Bastión se atribuye a Miguel Angel Marcos Bueno, el Tocho, a finales de la temporada 97/98. El motivo de su origen es la lucha por el control de la venta de todo tipo de parafernalia relacionada con el Atlético de Madrid. El inicio exacto de Bastión se sitúa en septiembre de 1998, momento en que se desplega la pancarta con el nombre en el fondo sur del estadio Vicente Calderón.

No obstante, en Bastión hay dos tipos de individuos atendiendo a su procedencia y a su agresividad. La rama oficialista procede directamente del entorno del Frente Atlético. La otra, mucho más violenta, está compuesta por los integrantes del grupo neonazi TNT, antes Nueva Guardia con vinculación ideológica a Bases Autónomas, inactiva tras el apuñalamiento de un periodista latinoamericano.
A Miguel Ángel Marcos Bueno, el Tocho y a Pablo Román se los sitúa en la órbita del Frente Atlético. Mientras que a Ricardo Guerra, Ignacio Racionero, Carlos Alfonso Bedoya, Israel Gonzalo Canabal, José Luis López Sánchez, Alexis Sekulitis, Jorge Mallea y Juan Ignacio Calderón Serrano se los relaciona con la organización neonazi TNT.

Una de las grandes ausencias entre los imputados es Iván Martín Ron, el testigo de cargo arrepentido en el juicio por el asesinato de Aitor Zabaleta. Iván Martín Ron no ha sido acusado de desórdenes públicos ni de asociación ilícita, pese a que Miguel Angel Marcos Bueno y Enrique Expósito aseguraron a la policía haberlo visto agredir a los seguidores donostiarras.
El Fiscal no considera a «Bastión» como asociación ilícita.

Sin embargo, la Fiscalía no aprecia que el grupo neonazi Bastión 1903 sea una banda organizada. Tampoco considera que sus integrantes incurran en el delito de asociación ilícita y que es un grupo «que carecía de toda organización, consistencia y jerarquía». Aunque el fiscal aprecia que este grupo «está caracterizado por su comportamiento violento en los partidos de fútbol a los que acudían». El escrito absolutorio del fiscal contraviene lo dictado por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial, presidida por la juez Pilar Oliván, que apreciaba que en el caso de Bastión concurren todos los elementos de la asociación ilícita, porque sus componentes «tienen las características comunes de ser seguidores de un determinado equipo de fútbol y tener una misma opinión social y política» y aprovechaban los partidos para desplegar la violencia. La Audiencia puntualizó que el delito de asociación ilícita castiga el abuso del derecho de asociación, recogido en el artículo 22 de la Constitución.

El escrito de acusación del Movimiento Contra la Intolerancia, sobre el que se basó la Audiencia para pedir el procesamiento por asociación ilícita, explicaba los orígenes de Bastión 1903, al que calificaba de «grupo escindido del Frente Atlético y vinculado a la organización neonazi Bases Autónomas». Este escrito abundaba también en el «marcado carácter racista y xenófobo» de Bastión 1903, la «especial violencia y radicalidad de sus miembros» y «su ideología nacional-socialista». El recurso interpuesto se centraba, para acusar de asociación ilícita, en el artículo 515.5 del Código Penal, que tipifica como delictivas las asociaciones «que promuevan la discriminación, el odio o la violencia contra personas, grupos o asociaciones por razón de su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros o de alguno de ellos a una etnia, raza o nación, su sexo, orientación sexual, situación familiar, enfermedad o minusvalía o inciten a ello».

La calificación del fiscal José Hidalgo, negando que el grupo neonazi Bastión 1903 sea una asociación ilícita desata ya la polémica para el futuro juicio porque esta postura de la Fiscalía, además de un grave error, puede dejar impunes a los procesos de organización de los grupos neonazis.

El relevo de Bastión

Después de este crimen, el grupo Bastión se desintegró. Los once ultras procesados, sabiéndose vigilados por la policía, no volvieron a integrar esta sección, aunque, entre ellos, siguen manteniendo una constante relación y comunicación. El resto de los miembros buscó otros grupos afines para seguir asistiendo a los partidos del Atlético de Madrid.

La policía cree que los restos de Bastión están en un grupo de reciente creación llamado Alameda, integrado por jóvenes skin-nazis, muy agresivos. En esté colectivo nadie tiene carné, nadie se inscribe en ningún papel y nadie asume más responsabilidades que las de unirse a otros para crear problemas. Igual que con Bastión. Numerosos ex integrantes del grupo fundado por el Tocho están Alameda, un grupúsculo que se reúne tras una bandera negra. Igual que Bastión. Sin embargo, no es el único grupo radical. Tras él se han formado otras secciones ultras que también son de corte nazi pero aún cuentan con pocos adeptos.

Pero el grupo que realmente preocupa a las autoridades es Alameda, que ya ha protagonizado algún que otro incidente en las gradas del Vicente Calderón. En uno de ellos, estos jóvenes radicales arrancaron y destrozaron una treintena de butacas del estadio y, en otra ocasión fueron los responsables de que un importante número de asientos se calcinaran bajo las llamas. La investigación policial sobre este último incidente descubrió que el incendio fue provocado por estos hinchas accidentalmente al explotar un saco con bocadillos-bengala.

Sin embargo, se llamen como se llamen, son grupos ultras, racistas y neonazis que desarrollan la violencia contra el diferente, que en los terribles sucesos que acabaron con la vida de Aitor Zabaleta fueron los seguidores vascos de la Real Sociedad.