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2006. LA AMENAZA DE LA XENOFOBIA

    Finalizó el año con unos llamativos datos en relación con la inmigración recogidos en el barómetro del CIS de noviembre de 2005. Un 60% de los españoles consideró que hay “demasiados” inmigrantes y un 40% entiende que es el principal problema de nuestra sociedad. Además, los ciudadanos creen que un 20% de la población es inmigrante, el doble de la realidad que se sitúa en el 10%; por el contrario se pronuncian en favor de que puedan reagruparse familiarmente en España y se les otorguen más derechos civiles.

Este rechazo ha sido matizado por el CIS tras considerar que la encuesta fue realizada en un contexto definido por los violentos sucesos urbanos en Francia y por los asaltos a la valla de Ceuta. Sin embargo no puede ocultar cierto desconcierto parejo al crecimiento acelerado de la inmigración en España en los últimos cinco años, motivado por una evidente demanda de mano de obra en el mercado de trabajo y por la insuficiente preparación de la sociedad española para este cambio tan acelerado que ha tenido en el acertado proceso de regularización emprendido por el gobierno, otro momento de evolución cualitativa.

La aparente contradicción entre el problema del exceso de inmigrantes y el reconocimiento de sus derechos no es tal, simplemente recoge el déficit en política de integración en estos últimos cinco años en los que se experimentó el crecimiento migratorio. Así los ciudadanos entienden y respetan un trato de igualdad con los inmigrantes, aunque a su vez se sienten preocupados por lo que puede ser excesivo y cuando no, por las noticias relativas a sucesos delictivos que son resaltadas en exceso por los medios de comunicación.

Sin ningún género de dudas y en especial por el déficit de sensibilización social sobre la nueva realidad migratoria en nuestro país, se dan las condiciones objetivas para que crezca la xenofobia en España. Así lo han interpretado numerosos grupos ultras y racistas que ya preparan una ofensiva para el año en curso, de manera que la amenaza de la xenofobia deje de ser algo potencial para convertirse en algo tangible políticamente que pueda tener no solo una proyección electoral de ese 6% soñado por el populismo xenófobo, sino una contaminación política que pueda envenenar capilarmente nuestro sistema democrático.


Estos datos vienen precedidos, a su vez, por un barómetro escolar de mediados de año que confirma el crecimiento de la xenofobia en las aulas; así hace una llamada de atención del Observatorio Europeo que señala el incremento de la intolerancia en toda Europa con los inmigrantes negando, en un porcentaje alto, la concesión de derechos civiles. Datos que a su vez son contradictorios con la dinámica cotidiana que subraya, según reconoce el Observatorio, que “la experiencia personal crea confianza” en la convivencia con los inmigrantes.

El deficiente conocimiento en España del papel positivo de la inmigración no contempla las advertencias de la Organización Internacional de las Migraciones de la ONU que señala que la población caería un 20% de aquí al 2050 sin la entrada de inmigrantes; tampoco contempla el diagnóstico de todos los institutos de análisis social sobre su papel en la economía española, su aporte a la seguridad social y su importancia en el sostenimiento en el sistema de pensiones. El enriquecimiento cultural, el rejuvenecimiento demográfico y otros aspectos de la vertiente mas positiva de la inmigración también son ignorados por la mayoría de los ciudadanos.

Este deficiente conocimiento de la inmigración viene acompañado del sempiterno rechazo fóbico a los gitanos, que el barómetro del CIS sitúa en primer lugar, por encima de la inmigración. El prejuicio antigitano no se ha combatido y sigue siendo la minoría étnica con quien la discriminación racial se ceba significativamente. La discriminación y exclusión de esta minoría, que alcanza casi un millón de personas, muestran los límites de la política realizada.

También durante el 2005, la intolerancia latente en la sociedad ha sido acompañada por un sin fin de actos violentos de marcado carácter xenófobo, racista y antisemita. Numerosos delitos de odio, como sucede desde hace años en España, fueron noticia. El asesinato de una indigente en Barcelona por tres jóvenes ultras y racistas que consideraron su vida “sin valor”, desvelaba y recordaba manifestaciones de violencia hacia los sin techo, inmigrantes, jóvenes de izquierda, homosexuales y otros colectivos señalados como objetivo de la intolerancia criminal. El asesinato de un joven en Berga (Barcelona) o el intento de homicidio de un joven punki en Madrid, entre otros, fueron acompañados de grabaciones a fuego y navaja de esvásticas en la espalda de jóvenes en Oviedo y Valladolid, además de un sin fin de agresiones protagonizadas por adolescentes neonazis, de episodios xenófobos como los de Villaverde, de incidentes racistas en los campos de fútbol y de reacciones islamófobas frente a la apertura de mezquitas.

El déficit de integración de los jóvenes inmigrantes propició durante este año el crecimiento de las “bandas latinas”, sobre quienes los medios de comunicación y el gobierno han hecho una excesiva campaña que ha incidido en el aumento del temor a los inmigrantes y de la xenofobia. En este ambiente se recibieron los sucesos de violencia urbana en Francia, la revuelta de los “banlieu”, la rebelión


nihilista de los excluidos protagonizada por los jóvenes de segunda y tercera generación de inmigrantes que viven la marginación y cuya respuesta en las calles de muchas ciudades francesas evidenciaron el fracaso del modelo de asimilación del país vecino. Toda una advertencia para una España en “calma” que aún carece de modelo de integración y cuya tranquilidad vino diagnosticada por los llamados expertos, obviando la dinámica procesal, cargada de momentos conflictivos, de este tipo de contradicciones sociales.

En resumen, el año 2006 se inicia con una seria advertencia de crecimiento de la xenofobia, hecho detectado por organizaciones populistas y antidemocráticas que se prestan a sacar rédito al problema. El reto es la convivencia cívica, imposible sin integración y cultura democrática compartida por todos de respeto, aprecio y defensa de la Interculturalidad, la Tolerancia y los Derechos Humanos.

En la tarea estamos convocados. ¡Suerte!.


Esteban Ibarra
Presidente. Movimiento contra la Intolerancia