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BRUSELAS.- Reportero local que trabaja para un medio internacional en Irak y se mueve por las calles de Bagdad vedadas a los extranjeros: ése es el perfil de alto riesgo. Se repite entre las víctimas de los 89 asesinatos de periodistas en 2005, un año récord por el número de muertes en la prensa.
Según el informe de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), al menos 150 profesionales fallecieron mientras hacían su trabajo, al estar involucrados en catástrofes o accidentes mientras cubrían la noticia o al ser objetivo directo por su labor. Entre los 38 asesinatos en Oriente Próximo -35 en Irak-, este grupo, el mayor del sector en el mundo, incluye el de José Couso, cámara de Telecinco, y otros cuatro periodistas muertos por los disparos de las tropas estadounidenses contra el Hotel Palestina en Bagdad.
El 8 de abril, cuando se cumple el tercer aniversario del ataque contra este centro de prensa, la FIP organizará protestas en distintas capitales para pedir «más acción contra la impunidad».«La verdad es que incluso los gobiernos democráticos miran hacia otro lado sobre la crisis de violencia contra los medios», comentó ayer en la presentación del informe, Aidan White, secretario general de la FIP.
«En Irak, donde los periodistas apenas se atreven a caminar por las calles, hay 18 casos de asesinatos de reporteros a manos de soldados de Estados Unidos, sin explicación. La justicia exige que estas muertes sean investigadas de forma adecuada. Si no, la especulación de que los militares van contra los periodistas persistirá», añadió.
El Departamento de Estado de EEUU concluyó su propia investigación interna y aseguró que la muerte de los reporteros en abril de 2003 fue accidental, aunque la indagación continúa abierta en España. La Audiencia Nacional admitió a trámite la querella de la familia Couso contra tres militares implicados en su muerte, y en octubre emitió una orden de búsqueda y captura contra los soldados estadounidenses, que ha sido recurrida por la Fiscalía y que difícilmente llegará a ponerse en práctica.
Aunque, en este caso, existe una investigación nacional, White acusó a los gobiernos occidentales de no implicarse en defender los derechos de la prensa en los países más peligrosos con regímenes autoritarios. «Existe una absoluta inercia, más del 90% de los asesinatos que registramos no será investigado de manera apropiada».«Si fuéramos enfermeras, si fuéramos monjas, si fuéramos médicos en el campo de trabajo, habría una preocupación política inmediata.Pero, como somos periodistas y como nuestro papel es ambiguo por lo que se refiere a los políticos, la tendencia es a ignorar o quitarle importancia a la crisis», aseguró White.
Uno de los escasísimos crímenes perseguidos, gracias a la insistencia de la Justicia italiana «que abre de forma automática un expediente en la muerte de sus ciudadanos en el extranjero», ha sido el de Julio Fuentes, reportero de este periódico asesinado en 2001 en Afganistán, junto a Maria Grazia Cutuli, la enviada del Corriere della Sera. El pasado noviembre, un tribunal afgano condenó a dos hombres a muerte y a otros cinco a 20 años de cárcel por su asesinato.
La apertura de una investigación es, según el informe de la FIP, muy improbable si los periodistas mueren en América Latina, donde los países más peligrosos el año pasado fueron Colombia, Haití, México y Brasil, y donde los profesionales son «víctimas de la corrupción oficial». En el Pacífico, destaca Filipinas donde 10 reporteros fueron asesinados en 2005.
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