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Bélgica vive conmocionada por el auge de la violencia racista y el avance de la extrema derecha, especialmente en la región de Flandes. El último episodio ocurrió el pasado jueves en pleno centro de Amberes, cuando Hans van Themsche, de 18 años, asesinó a media mañana a la joven negra Oulemata N'dye, de Malí, y a la pequeña Luna Drowat, de dos años, a la que cuidaba, hija de una conocida familia que explota un restaurante en el centro de la ciudad.
El agresor había disparado 15 minutos antes contra Songul Koc, de 46 años, nacida en Amberes y de origen turco, a la que hirió gravemente. Van Themsche, que aquella mañana había adquirido legalmente una escopeta automática por 500 euros, fue herido poco después por la policía poniendo fin a su sangrienta correría. El racismo ha sido sin duda el móvil. En el interrogatorio de la fiscalía, el presunto asesino dijo: "Soy un cabeza rapada y busco extranjeros para matarlos". Antes había dejado escrita una carta en la que manifestaba su propósito de "restaurar el orden en la sociedad".
Van Themsche pertenece a una familia de la extrema derecha flamenca. Su tía Frieda van Themsche es diputada federal del partido xenófobo Vlaams Belang, y su padre es un militante de primera hora de esta organización neofascista flamenca.
Amberes, la segunda ciudad belga, con más de medio millón de habitantes, registra desde hace años un fuerte crecimiento de la extrema derecha. El Vlaams Belang, que propugna la independencia de Flandes (la mayor región de Bélgica, con seis millones de habitantes), logra más del 25% de votos de este territorio, lo que revela que el racismo se ha convertido aquí en un problema estructural.
Algunos analistas estiman que el auge de la extrema derecha en las próximas elecciones locales de otoño podría poner fin al llamado cordón sanitario, en virtud del cual los demás partidos excluyen al partido xenófobo en la formación de los gobiernos. En ciudades como Amberes no se descarta que el Vlaams Belang pueda alcanzar la mayoría absoluta.
Discursos racistas
Los acontecimientos del jueves se producen un mes después del asesinato de un chico blanco de 19 años para robarle un reproductor MP3 en Bruselas por un joven polaco, aunque al principio se dijo que era del norte de África. El aumento de la violencia de las últimas semanas en el país es resultado de años de discursos ambiguos o abiertamente racistas, según el Movimiento contra el Racismo, el Antisemitismo y la Xenofobia. Esos discursos quieren "convertir a los extranjeros en los responsables de sus frustraciones individuales y miserias sociales".
Para el primer ministro belga, el liberal flamenco Guy Verhofstadt, que calificó de "viles y horribles" los asesinatos de Amberes, "nadie puede ignorar ahora a lo que puede conducir la extrema derecha". La consternación de la sociedad ha quedado patente en los periódicos: "Cáncer racista", titula el Nieuwsblad; "reina un clima podrido en Flandes, debemos estar avergonzados en Flandes", afirma el Het Volk.
(El País. 14.05.06)
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