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Indignación en Alemania por el ataque neonazi a un monumento del Holocausto.

    Berlín- Dieciséis neonazis fueron detenidos en la madrugada del jueves al viernes en la que, como cada 9 de noviembre, Alemania rememoró la «noche de los cristales rotos». Tal y como ayer informaron fuentes policiales de Frankfurt del Oder (ciudad fronteriza con Polonia), aproximadamente dos centenares de jóvenes protagonizaron altercados en un monumento erigido en memoria de las víctimas de aquel pogromo, pisoteando flores y velas que una manifestación ciudadana anterior había depositado. Ante la presencia de las fuerzas del orden, buena parte del grupo, en evidente estado de embriaguez, comenzó a gritar « Sieg Heil!» - «¡Viva la victoria!»-, clásico saludo nazi y réplica de las masas a los discursos de Hitler en el III Reich. La Policía hubo de intervenir para dispersar a los radicales, muchos de ellos conocidos por su ideología extremista. La fiscalía aceptó después los cargos presentados contra los detenidos -de edades comprendidas entre los 16 y los 24 años- por exhibición de símbolos anticonstitucionales.
Ayer, el alcalde de la ciudad, el conservador Martin Patzelt, lideró una nueva marcha en homenaje a las víctimas del nazismo. Patzelt calificó el ataque de «ultrajante» y llamó a la sociedad a movilizarse contra los agresores. «Si no, la violencia contra las flores podría degenerar en violencia contra las personas», vaticinó. Por su parte, Matthias Platzeck, presidente socialdemócrata del estado de Brandemburgo, afirmó que «quien es capaz de un acto así es que no ha aprendido nada del mayor desastre en la historia de Alemania».
Orgía de violencia
En la noche del 9 de noviembre de 1938, el entonces ministro de Propaganda alemán, Joseph Goebbels, lanzó un agresivo discurso antisemita como respuesta al asesinato del secretario de la embajada germana en París a manos de un judío. Inmediatamente, por toda Alemania y Austria se desató una orgía de violencia contra los hebreos. Cuando la locura remitió, dos días después, se descubrió su sangriento saldo: alrededor de un centenar de muertos, más de 20.000 internados en campos de concentración y la práctica totalidad de los comercios judíos y sinagogas destruidos -de ahí la referencia a los cristales rotos-. El monumento atacado se levanta en el emplazamiento que ocupaba la sinagoga de la ciudad hasta su destrucción aquella noche.