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El drama de la inmigración clandestina. El número de muertos es cada vez más alto, pero se asume con normalidad.

    «La cifra es terrorífica, equivalente a los muertos que se producen en una guerra, pero lo que resulta obsceno es la absoluta normalidad con que se asume el drama». Así reacciona Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, tras saber que unos 6.000 inmigrantes procedentes de África han perecido al tratar de llegar a Canarias este año. El doble de los que mueren cada año en las carreteras españolas y seis veces más que todos las víctimas de atentados terroristas en este país en los últimos 40 años.

«La cifra es estremecedora», señala Itziar Ruiz-Giménez, portavoz de Amnistía Internacional, que denuncia que «las políticas de control migratorio que España y la UE están adoptando en la frontera sur están causando un efecto negativo en los derechos humanos de las personas que tratan de llegar al país».

«Es el fracaso de las relaciones Norte-Sur, de la UE, del Gobierno español, de las instituciones y de la sociedad, fracasamos todos, es una inmoralidad porque se habla de las muertes como si se tratara de accidentes cuando son tragedias», dice Ibarra.

La representante de Amnistía Internacional critica al Gobierno por considerar inmigrantes económicos a todos los que quieren entrar en España, cuando una parte de ellos son refugiados políticos y huyen de países donde se conculcan los derechos humanos. Para Ruiz-Giménez, «al intensificar el cierre de las fronteras se obliga a los que huyen de las violaciones de los derechos humanos que se producen en sus países a acceder a redes clandestinas y, como en el caso de los que quieren ir a Canarias, a asumir más riesgos».

Ibarra resalta que «cuando se habla de los cayucos y se da una visión tan negativa de la inmigración no se pone sobre la mesa el drama que representa la muerte de tantos inmigrantes». Y añade: «No sólo se truncan vidas, sino que esas muertes son un desastre familiar».